¿Dios entiende cuando no puedo guardar el sábado por la universidad?
Ese sábado comenzó como uno de esos días en los que quieres hacer las cosas bien. Me levanté temprano, me duché, me puse ropa cómoda pero bonita. Preparé algo rápido para desayunar. Quería ir al culto. De verdad quería.
Pero había un problema: el lunes tenía un parcial de estadística y no entendía absolutamente nada. El tiempo ya no jugaba a mi favor.
La noche anterior me dormí repasando fórmulas que no lograba entender. Me desperté muy cansado, pero aún convencido de ir, aunque fuera solo un rato.
El conflicto entre la fe y los estudios
Tomé las llaves para salir… y me quedé quieto en la puerta. Una parte de mí sabía que si iba al culto, mi espíritu estaría tranquilo. Pero otra parte sentía el miedo de enfrentar ese examen casi sin preparación.
Entonces, elegí: me devolví, tomé mi carpeta de apuntes y me fui a la biblioteca del campus.
Estaba casi vacía. Busqué los ejercicios, traté de estudiar, pero lo único que sentía era culpa espiritual. No por reproches externos, sino porque sentía que me estaba traicionando a mí mismo.
Apoyé la cabeza en el escritorio, cerré los ojos y le susurré a Dios:
“No sé si esto también te duele, pero a mí sí.”
Un versículo en medio de la culpa
En medio de ese silencio, recordé este versículo:
No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades…
Hebreos 4:15
No sentí una solución mágica. No entendí estadística de repente. Pero entendí que Dios también está en la vida académica: no juzgándome desde afuera, sino acompañándome en el miedo.
Guardé mis apuntes. No porque dominara todo, sino porque decidí que el miedo no dictaría mis pasos.
Confiar en Dios con miedo
Salí corriendo de la biblioteca hacia la iglesia. Llegué tarde. Me senté al fondo.
No entendí cada palabra del sermón, pero entendí algo mejor: que Dios no mide mi fe con una lista de asistencia, sino en el lugar secreto donde, aun temblando, decido confiar.
El lunes, presenté el parcial. No fue perfecto, pero aprobé. Y, sobre todo, aprendí que guardar el sábado o fallar no cambia el amor de Dios. Lo importante es no soltarlo, incluso en la debilidad.
Ser cristiano en la universidad: una fe práctica
Ser cristiano en la universidad no siempre se trata de grandes discursos. A veces, ser fiel es cerrar los apuntes, dejar la culpa en manos de Dios y caminar hacia Él, aunque no tengamos todas las respuestas.
¿Te ha pasado algo parecido?
¿Te ha pasado algo parecido? ¿Alguna vez sentiste que tu fe y tus estudios chocaban de frente?
Me encantaría leerte en los comentarios o que me cuentes tu historia.
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